Qué hacer y qué evitar para educar a un gato

Quieres a tu gato, pero es independiente y, en ocasiones, incluso algo conflictivo. Es necesario saber cómo educar a un gato, pero quizás no sepas por dónde empezar. Educar a tu mascota de forma eficaz puede requerir un poco de ensayo y error. Al igual que ocurre con los humanos, cada animal es diferente. Mientras que unos pueden reaccionar positivamente a un determinado estilo de corrección del mal comportamiento, otros pueden rechazarlo y comportarse peor. Existen algunos métodos a los que nunca debes recurrir para educar a un gato.

Resulta difícil saber cómo educarlo si nunca lo has hecho, o si tus anteriores mascotas aprendieron por sí solas. Para empezar con buen pie, debes saber qué hacer y qué evitar a la hora de educar a un gato en casa. Una vez que tu gato entienda qué comportamientos son adecuados, no tendrás que corregirlo tanto. Los gatos son muy inteligentes.

Qué debes evitar a la hora de educar a tu gato

No compares a tu gato con un perro. Si ya has adiestrado a un perro, puedes pensar que educar a un gato es similar. Nada más lejos de la realidad... Los gatos y los perros son muy diferentes y no aprenden de la misma manera. Mientras que un perro puede participar en el proceso de adiestramiento y prestar atención a tus órdenes, un gato no te hará caso cuando le pidas que permanezca sentado. El primer paso para el éxito es acercarte a tu gato de otra forma.

No lo eduques a través de lo físico. El adiestramiento de una mascota puede resultar muy frustrante, pero nunca debes hacerle daño a un gato para educarlo. Los gatos son intolerantes al castigo por parte de los humanos, y si los dominas romperás tu vínculo con ellos. Nunca agarres, zarandees o golpees a tu mascota. Provocarle cualquier daño físico puede empeorar la situación y hacer que se vuelva agresiva o retraída. Además, a los gatos les cuesta asociar el castigo físico con el mal comportamiento, por lo que esto no hará que actúen de otro modo. Si el adiestramiento de tu mascota te resulta demasiado complejo, puedes recurrir a otros miembros de la familia o un adiestrador profesional. No es una derrota, es una valiosa ayuda.

No grites para que tu mascota te obedezca. No hablas el mismo idioma que tu gato, así que no te engañes pensando que te entenderá mejor si alzas la voz. Por supuesto, puede que entienda que el cambio de tono denota una diferencia, pero si gritas puedes asustarlo o llamar demasiado su atención. Los gritos pueden hacer que tu mascota se estrese y se muestre ansiosa, lo que puede empeorar su mal comportamiento.

Si orina o defeca en la casa, no lo obligues a olerlo. Lo único que conseguirás con ello es que se enfade. No descubrirás por qué no utiliza el arenero, ni te prometerá no volver a hacerlo. Este gesto lleva la atención a la escena del crimen, e incluso podría convencer a tu gato de que puede hacer sus necesidades donde quiera. Lo mejor es limpiar a fondo la zona y seguir educándolo para que utilice el arenero.

No permitas comportamientos agresivos. Puede que pienses que tu gatito no sabe lo que hace cuando te golpea con la pata o te muerde los dedos al jugar. Sin embargo, seguramente no querrás que muerda y arañe en casa cuando sea adulto. Cuando un animal llega al hogar, depende de ti mostrarle cómo debe comportarse desde el principio. Si tu mascota empieza a arañar o morder al jugar (incluso de forma inocente), para el juego inmediatamente para que comprenda qué se le permite y qué no. Esto es especialmente importante si juega con niños. Si le permites que te mordisquee el dedo, puede pensar que está bien hacer lo mismo con los niños. Los niños podrían desarrollar miedo hacia la mascota, y no deseas que esto ocurra.